Estas reflexiones salen de más que 40 años de ministerio como sacerdote católico. Pasé la mayoría de estos años en la Diócesis de Charlotte que está situada en Carolina del Norte occidental de los Estados Unidos. Ahora, estoy jubilado, y vivo en Medellín, Colombia, y sigo sirviendo como sacerdote en la Arquidiócesis de Medellín.

Yo seguí contemplando en mi visión nocturna y vi a alguien semejante a un hijo de hombre, que venía entre las nubes del cielo. Avanzó hacia el anciano de muchos siglos y fue introducido a su presencia. Entonces recibió la soberanía, la gloria y el reino. Y todos los pueblos y naciones de todas las lenguas lo servían. Su poder nunca se acabará, porque es un poder eterno, y su reino jamás será destruido. (Dan 7:2-14)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/112825.cfm
La cuestión que enfrenta la fe moderna es de qué tipo de realeza y dominio estamos hablando. Hay quienes anhelan un reino terrenal y la capacidad de destruir a todos sus enemigos, reales o imaginarios. Tal vez la visión de Cristo Rey, cuyo trono es una cruz y cuyo dominio abraza a cada persona con amor, no sea exactamente lo que esperaban.