Todos nosotros, aun siendo muchos, formamos un solo cuerpo unidos a Cristo, y todos y cada uno somos miembros los unos de los otros. Pero tenemos dones diferentes, según la gracia concedida a cada uno. El que tenga el don de profecía, que lo ejerza de acuerdo con la fe; el que tenga el don de servicio, que se dedique a servir; el que enseña, que se consagre a enseñar; el que exhorta, que se entregue a exhortar. El que da, hágalo con sencillez; el que preside, presida con solicitud; el que atiende a los necesitados, hágalo con alegría. (Rom 12:5-16ab)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/110425.cfm
No estamos acostumbrados a pensar que, siendo un solo Cuerpo en Cristo, individualmente formamos parte de los demás. Pablo nos llama a poner nuestros dones al servicio de los demás. San Carlos (1538-1584) hizo precisamente eso. Era arzobispo de Milán y después del Concilio de Trento contribuyó a la reforma de la Iglesia mediante la creación de seminarios y la Cofradía de la Doctrina Cristiana (CCD). La foto de hoy es de su catedral en Milán, Italia.
Estas reflexiones salen de más que 40 años de ministerio como sacerdote católico. Pasé la mayoría de estos años en la Diócesis de Charlotte que está situada en Carolina del Norte occidental de los Estados Unidos. Ahora, estoy jubilado, y vivo en Medellín, Colombia, y sigo sirviendo como sacerdote en la Arquidiócesis de Medellín.
San Carlo Borromeo, obispo, 4 de noviembre
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