Estas reflexiones salen de más que 40 años de ministerio como sacerdote católico. Pasé la mayoría de estos años en la Diócesis de Charlotte que está situada en Carolina del Norte occidental de los Estados Unidos. Ahora, estoy jubilado, y vivo en Medellín, Colombia, y sigo sirviendo como sacerdote en la Arquidiócesis de Medellín.

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Tus profetas te engañaron con sus visiones falsas e insensatas. No te hicieron ver tus pecados para evitarte así el cautiverio, y sólo te anunciaron falsedades e ilusiones. (Lam 2:14)
El virus sigue creciendo. Y muchos ya están sufriendo de la fatiga del virus y otros no están siguiendo las reglas de la cuarentena y están poniendo sus vidas y las de sus seres queridos en riesgo. Y muchos creen en profetas falsos que dicen que el virus es una farsa o solo es la gripe o es una conspiración del partido opuesto. La fe y el sentido común salen juntos. No debemos tentar al Señor por decir que Dios va a protegerme de todo mal. Dios nos dio un cerebro . . . y debemos usarlo. Desafortunadamente, muchos no lo usan para nada. El pensar sí nos cuesta trabajo duro. Construir un mundo más justo y más humano, eso nos toca. Tengo una amiga que es pagana, no es cristiana. Ella escribió a su comunidad de paganos el siguiente:
“Queríamos un apocalipsis. Los apocalipses son muy atractivos porque son limpios. El mundo termina, todos morimos, y no es necesario luchar con los retos de la vida jamás. O algún ser divino desciende, y mata a todos los malos, y el mundo queda recto, y no es necesario luchar con los retos de la vida jamás. Las profecías apocalípticas son muy atractivas y adictivas. Pero también las profecías apocalípticas tienen un historial de 3,500 años y siempre están equivocadas, no se cumplen para nada. Covid-19 no es apocalipsis. No habrá ningún apocalipsis—la vida no es tan fácil. El trabajo duro de construir el mundo que queremos, todavía nos toca”.
Buenos consejos de una pagana . . . pero ella tiene razón. Evitar luchar con los retos de la vida, como ella dice, nos puede enloquecer. Profecías apocalípticas, y la Biblia tiene muchas, siempre demostraron que están equivocadas. Incluso San Pablo, que creía en el retorno inminente del Señor, tenía que prevenir a los creyentes contra profetas falsos. Me acuerdo de un sermón en la iglesia bautista en que el predicador dijo que el Mercado Común Europeo era la Bestia de diez cabezas del Libro del Apocalipsis de la Biblia. Tal vez, lo es la Bestia . . . pero no es el apocalipsis. Podemos y debemos rezar y confiar en el Señor durante esta pandemia . . . pero al mismo tiempo debemos usar el cerebro que Dios nos dio. Llevar la mascarilla y practicar el distanciamiento social no son amenaza a mis derechos humanos. Al contrario, hay una amenaza más grande y no podemos evitar los retos de la vida jamás: ¿dónde está el sentido de la comunidad? ¿dónde está el sentido de la familia humana? y ¿dónde está el sentido que todos estamos juntos en la misma barca? Porque estamos ahogando en una mar de narcisismo, ahogando en el egoísmo. Amar a Dios y amar al prójimo, como Jesús nos enseñó, hoy en día significa llevar la mascarilla y practicar el distanciamiento social.

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En aquel tiempo, cuando Jesús bajó de la montaña, lo iba siguiendo una gran multitud. De pronto se le acercó un leproso, se postró ante él y le dijo: “Señor, si quieres, puedes curarme”. Jesús extendió la mano y lo tocó, diciéndole: “Sí quiero, queda curado”. Inmediatamente quedó limpio de la lepra. Jesús le dijo: “No le vayas a contar esto a nadie. Pero ve ahora a presentarte al sacerdote y lleva la ofrenda prescrita por Moisés para probar tu curación”. (Mt 8:1-4)
El poder de tocar . . . pues, tocar a un leproso deja a uno impuro según la Ley de Dios. Entonces, por tocar al leproso, Jesús está cruzando la linea. Pero el tocar es todo.
La foto es de San Damien de Molokai . . . cuando era joven sacerdote, y después el sacerdote a los leprosos.

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En aquel tiempo, subió contra Jerusalén el ejército de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y sitió la ciudad. Nabucodonosor llegó a la ciudad mientras sus hombres la sitiaban. Entonces Joaquín, rey de Judá, junto con su madre, sus servidores, sus jefes y sus funcionarios, se rindieron al rey de Babilonia y éste los hizo prisioneros. Era el octavo año del reinado de Nabucodonosor. Nabucodonosor se llevó de Jerusalén todos los tesoros del templo del Señor y los del palacio real. Destrozó todos los objetos de oro que Salomón, rey de Israel, había hecho para el templo, conforme a las órdenes del Señor. Nabucodonosor se llevó al cautiverio a toda Jerusalén, a todos los jefes y hombres de importancia, con todos los carpinteros y herreros, en número de diez mil, y sólo dejó a la gente pobre de la región. (2 Reyes 24:10-14)
Me acuerdo de la primera peregrinación a Roma. Fui al Foro Romano y estaba mirando el Arco de Tito. El Arco fue construido después del saqueo de Jerusalén de parte del ejercito romano. El Arco tiene escultura del desfile de triunfo con soldados llevando los tesoros del Templo de Jerusalén para ser depositados en el Templo de Jupiter en Roma. Había un judío mirando al Arco. Y me dijo, “Este lugar es sagrado para mi pueblo”. Y le contesté, “También es sagrado para mi pueblo”.

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El Señor me llamó desde el vientre de mi madre; cuando aún estaba yo en el seno materno, él pronunció mi nombre. (Is 49:1)
El Evangelio Según San Lucas empieza con dos ANUNCIACIONES y con dos NATIVIDADES. Hoy, seis meses antes de la Navidad, celebramos la Natividad de San Juan Bautista, quien preparó el camino del Señor. Como dice Zecarías:
Y tú, niño, serás llamado profeta del Altísimo; porque irás delante del Señor para preparar sus caminos; para dar a su pueblo el conocimiento de la salvación por el perdón de sus pecados. (Lc 1:76-77)

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En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: Traten a los demás como quieren que ellos los traten a ustedes. En esto se resumen la ley y los profetas. (Mt 7:12)
Me acuerdo de una Misa Juvenil y los niños querían actuar el proceso de escribir los evangelios. Por eso, un niño (en el papel del evangelista) dijo: “Jesús estaba hablando de como debemos tratar a los demás, pero no recuerdo qué dijo al final”. Un niño contestó: “Jesús dijo, ‘Traten a los demás antes de que ellos traten a ustedes’”. Otro niño dijo, “No, no, no . . . Jesús no dijo eso, Jesús dijo, ’Traten a los demás . . . y después ellos van a tratar a ustedes’”. Por fin, otro niño contestó bien: “No, Jesús dijo, ‘Traten a los demás como quieren que ellos los traten a ustedes’”. ¡Ser evangelista no era muy fácil!