Estas reflexiones salen de más que 40 años de ministerio como sacerdote católico. Pasé la mayoría de estos años en la Diócesis de Charlotte que está situada en Carolina del Norte occidental de los Estados Unidos. Ahora, estoy jubilado, y vivo en Medellín, Colombia, y sigo sirviendo como sacerdote en la Arquidiócesis de Medellín.

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Desde entonces, muchos de sus discípulos se echaron para atrás y ya no querían andar con él. Entonces Jesús les dijo a los Doce: “¿También ustedes quieren dejarme?” Simón Pedro le respondió: “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna”. (Jn 6:66-68)
Los evangelios hablan muy duro sobre Simón Pedro. Muchas veces lo muestran metiendo la pata. Pero el evangelio de hoy es diferente y por vez primera Pedro habla muy bien. Cuando muchos de los discípulos dejaron a Jesús, el Señor les hace pregunta a los Doce si ellos mismos querían dejarlo también. Y Simón Pedro toma la palabra y contesta para ellos y para nosotros:
“Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna”.

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El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna y yo lo resucitaré el último día. Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí y yo en él. (Jn 6:53-56)
Permanecer en Cristo y Cristo en nosotros . . . la comunión con Cristo es el centro de nuestra fe según el Discurso del Pan de Vida en el Cuarto Evangelio. Por eso, todas las comidas son tiempo con Dios. La Fiesta de San José Obrero nos recuerda de que las comidas en casa nos muestran la comunión que tenemos los unos con los otros y con Cristo. Me acuerdo de una bendición de casa cuando estudiaba el español en México. En el comedor había un cuadro de la Última Cena y abajo un letrero: El Huésped Invisible en Todas las Comidas.

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Siguieron adelante, llegaron a un sitio donde había agua y dijo el etíope: “Aquí hay agua. ¿Hay alguna dificultad para que me bautices?” Mandó parar el carro, bajaron los dos al agua y Felipe lo bautizó. Cuando salieron del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe. El etíope ya no lo vio más y prosiguió su viaje, lleno de alegría. (Hechos 8:36,38-39)
La historia de Felipe y el eunuco es muy importante para la iglesia primitiva. La cuestión del eunuco, “¿Hay alguna dificultad para que me bautices?” es esencial para la iglesia primitiva y para la iglesia de hoy (porque siempre hay gente que quieren excluir a otros). La respuesta a la pregunta del eunuco es que la Ley de Dios, sí lo prohibe. La Bible dice:
Ninguno que haya sido castrado o que tenga cortado su miembro viril entrará en la asamblea del Señor. (Dt 23:1)
En la Biblia los eunucos son abominaciones . . . y no pueden entrar a la comunidad. (El pasaje nos dice que el eunuco fue a Jerusalém para dar culto al Señor . . . pero por ser eunuco ¡no podía entrar al Templo!) Pero con la ayuda del Espíritu Santo, la iglesia dejó a un lado la Ley de Dios en favor del incluir y de la salvación, y el eunuco fue bautizado y “prosiguió su viaje, lleno de alegría”.

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Jesús dijo a la multitud: “Yo soy el pan de la vida. El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí nunca tendrá sed". (Jn 6:35)
Gracias a la Cuarentena del coronavirus y la necesidad del distanciamento físico, estamos en este tiempo del Gran Ayuno de la Eucaristía. Y nos damos cuenta de la necesidad de la Comida que satisface todo el hambre humano. Santa Catalina de Siena siempre tenía hambre del Pan de la Vida. Ella es una de los cuatro doctores femeninos de la iglesia (Santa Teresa de Avila, Santa Teresita de Lisieux, y Santa Hildegarda de Bingen).

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Entonces los miembros del sanedrín gritaron con fuerza, se taparon los oídos y todos a una se precipitaron sobre él. Lo sacaron fuera de la ciudad y empezaron a apedrearlo. Los falsos testigos depositaron sus mantos a los pies de un joven, llamado Saulo. Mientras lo apedreaban, Esteban repetía esta oración: “Señor Jesús, recibe mi espíritu”. Después se puso de rodillas y dijo con fuerte voz: “Señor, no les tomes en cuenta este pecado”. Diciendo esto, se durmió en el Señor. Y Saulo estuvo de acuerdo en que mataran a Esteban. (Hechos 7:58-60)
La historia de San Esteban, el proto-martir de la iglesia es importante por el detalle acerca de Saulo (que después es San Pablo). Es interesante que el evangelista de Lucas-Hechos pone las palabras de Jesús en la Cruz en la boca de Esteban:
“Señor Jesús, recibe mi espíritu” y “Señor, no les tomes en cuenta este pecado”.