Estas reflexiones salen de más que 40 años de ministerio como sacerdote católico. Pasé la mayoría de estos años en la Diócesis de Charlotte que está situada en Carolina del Norte occidental de los Estados Unidos. Ahora, estoy jubilado, y vivo en Medellín, Colombia, y sigo sirviendo como sacerdote en la Arquidiócesis de Medellín.

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Jesús dijo a sus discípulos: “Al que me ama a mí, lo amará mi Padre, yo también lo amaré y me manifestaré a él”. (Jn 14:21)
Muchas veces pensamos que la revelación consiste en un conjunto de secas propuestas para creer. Pero el Cuarto Evangelio según San Juan, tiene otra idea. La revelación es el fruto del Amor. No es una rutina tratando de convencerme de la verdad de algo que no puedo entender. Más bien, la revelación habla del Amor íntimo. Ser amado por el Padre y por el Señor Resucitado involucra un conocimiento de no propuestas secas, sino conocer a una persona. Es completamente diferente tipo de conocimiento—no de cosas, mas bien de una persona . . . quien se entregó a si mismo por nuestra salvación.

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Por la noche, Pablo tuvo una aparición: vio a un macedonio, que de pie ante él, le rogaba: “¡Ven a Macedonia y ayúdanos!” Después de esta visión, determinamos salir para Macedonia, convencidos de que Dios nos llamaba a predicar allí el Evangelio. (Hechos 16:9-10)
A veces las visiones en la noche nos ofrecen un futuro que no podríamos imaginar. La visión de San Pablo lo llamó a Macedonia—el antiguo hogar de Alejandro Magno. Y de repente la Cristiandad estaba saliendo del Medio Oriente, y poco a poco llegando al Oeste y eventualmente a Roma misma, cumpliendo las palabras de Jesús: “Me serán testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra”. (Hechos 1:8)

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‘El Espíritu Santo y nosotros hemos decidido no imponerles más cargas que las estrictamente necesarias. A saber: que se abstengan de la fornicación y de comer lo inmolado a los ídolos, la sangre y los animales estrangulados. Si se apartan de esas cosas, harán bien’. Los saludamos”. Los enviados se despidieron y cuando llegaron a Antioquía, reunieron a la comunidad cristiana y les entregaron la carta. Al leer aquellas palabras alentadoras, todos se llenaron de júbilo. (Hechos 15:28-31)
La cuestión de los Gentiles es la cuestión central de la iglesia primitiva. Fue más importante por el ministerio de San Pablo con los Gentiles—personas que no sabían nada de la Ley Judía ni de las consecuencias para la vida diaria. El problema central fue la circuncisión—se puede hacerla con un bebé varoncito—pero con un adulto, no. Y según la carta, la circuncisión no es “una carga necesaria” y “todos se llenaron de júbilo”.

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Echaron suertes, le tocó a Matías y lo asociaron a los once apóstoles. (Hechos 1:26)
La selección de Matías es un poquito sucia—Matías solo llenó el lugar dejado por Judas. Y encima de todo fue martirizado. Según la leyenda fue decapitado . . . y por eso en el arte de la iglesia siempre lleva el hacha. Desafortundamente, no se sabe mucho de San Matías. Pero en México, por desgracia, hay una tequila que lleva su nombre: San Matías.

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En aquellos días, vinieron de Judea a Antioquía algunos discípulos y se pusieron a enseñar a los hermanos que si no se circuncidaban conforme a la ley de Moisés, no podrían salvarse. (Hechos 15:1)
Yo soy la vid, ustedes los sarmientos. (Jn 15:5)
Desde el inicio de la iglesia, había gente que quería llevar la batuta y excluir a los demás: “si no creen esto o no hacen aquello no eres verdadero católico”. Gracias a Dios, el Señor nos recuerda que él es ls Vid, nosotros solo los sarmientos . . . hay una sola cosa necesaria . . . permanecer en Cristo.
Es igual con Nuestra Señora de Fátima. Pero el mensaje de Fátima no tiene nada que ver con secretos, ni visiones del Infierno, ni de mensajes de ángeles, ni de amenazas de castigos. Básicamente, el mensaje es muy sencillo: “Arrepiéntanse y rezan”.