Estas reflexiones salen de más que 40 años de ministerio como sacerdote católico. Pasé la mayoría de estos años en la Diócesis de Charlotte que está situada en Carolina del Norte occidental de los Estados Unidos. Ahora, estoy jubilado, y vivo en Medellín, Colombia, y sigo sirviendo como sacerdote en la Arquidiócesis de Medellín.

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Entonces el Señor le dijo a Moisés: “¿Por qué sigues clamando a mí? Diles a los israelitas que se pongan en marcha. Y tú, alza tu bastón, extiende tu mano sobre el mar y divídelo, para que los israelitas entren en el mar sin mojarse. Yo voy a endurecer el corazón de los egipcios para que los persigan, y me cubriré de gloria a expensas del faraón y de todo su ejército, de sus carros y jinetes. Cuando me haya cubierto de gloria a expensas del faraón, de sus carros y jinetes, los egipcios sabrán que yo soy el Señor”. (Éxodo 14:5-18)
La persecución está en marcha. Y aunque puede que no haya ocurrido exactamente como Cecil B. DeMille lo imaginó en su película, Los Diez Mandamientos, solo puede terminar con la gloria para el Señor.

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Cuando Jesús desembarcó, vio una numerosa multitud que lo estaba esperando y se compadeció de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor, y se puso a enseñarles muchas cosas.
(Mc 6:30-34)
Otra vez la imagen de la compasión del corazón de Cristo, el Buen Pastor, se compadece de nosotros, y nos enseña los misterios del Reino.

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De la masa que habían sacado de Egipto cocieron piezas de pan ázimo, no fermentado; pues los egipcios, al arrojarlos del país, no les dieron tiempo de dejar fermentar la masa, ni de tomar provisiones para el camino. Esa noche veló el Señor, para sacarlos de Egipto. Por eso, esta noche será noche de vela en honor del Señor para todos los hijos de Israel, de generación en generación. (Exodo 12:37-42)
La Gran Vigilia Pascual nos invita a todos a velar por el Señor que nos saca de las tinieblas de la muerte a la luz maravillosa de la Resurrección de Cristo, nuestro Dios que nos da el pan para el camino.

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Y comerán así: Con la cintura ceñida, las sandalias en los pies, un bastón en la mano y a toda prisa, porque es la Pascua, es decir, el paso del Señor.
Yo pasaré esa noche por la tierra de Egipto y heriré a todos los primogénitos del país de Egipto, desde los hombres hasta los ganados. Castigaré a todos los dioses de Egipto, yo, el Señor. La sangre les servirá de señal en las casas donde habitan ustedes. Cuando yo vea la sangre, pasaré de largo y no habrá entre ustedes plaga ex-terminadora, cuando hiera yo la tierra de Egipto. Ese día será para ustedes un memorial y lo celebrarán como fiesta en honor del Señor. De generación en generación celebrarán esta festividad, como institución perpetua’ ” (Exodo 11:10-12:14).
La historia de la Pascua es la historia de la liberación del pueblo de Israel. San Pablo vincula la imagen del Cordero pascual a la Eucaristía para decir: “Cristo, nuestra Pascua, ha sido sacrificado, celebremos la fiesta con los panes sin levadura de la sinceridad y la verdad” (1 Co 5, 7-8).

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Jesús dijo: “Vengan a mí, todos los que están fatigados y agobiados por la carga, y yo les daré aliviaré. Tomen mi yugo sobre ustedes y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontrarán descanso, porque mi yugo es suave y mi carga, ligera”. (Mt 11:28-30)
Uno de los pasajes más hermosos del evangelio, con la imagen del corazón de Cristo.