Estas reflexiones salen de más que 40 años de ministerio como sacerdote católico. Pasé la mayoría de estos años en la Diócesis de Charlotte que está situada en Carolina del Norte occidental de los Estados Unidos. Ahora, estoy jubilado, y vivo en Medellín, Colombia, y sigo sirviendo como sacerdote en la Arquidiócesis de Medellín.

- :
Moisés pastoreaba el rebaño de su suegro, Jetró, sacerdote de Madián. En cierta ocasión llevó el rebaño más allá del desierto, hasta el Horeb, el monte de Dios, y el Señor se le apareció en una llama que salía de un zarzal. “Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob”.
Entonces Moisés se tapó la cara, porque tuvo miedo de mirar a Dios. Pero el Señor le dijo: “El clamor de los hijos de Israel ha llegado hasta mí y he visto cómo los oprimen los egipcios. Ahora, ve a ver al faraón, porque yo te envío para que saques de Egipto a mi pueblo, a los hijos de Israel”. (Exod0 3:1-6,9-12)
Desde cuidar el rebaño hasta pastorear a los hijos de Israel, esa es la historia de Moisés, ¡y qué historia! Nuestro Dios que escucha el clamor de los pobres y los rescata.

- :
Bajó la hija del faraón a bañarse en el río, y mientras sus doncellas se paseaban por la orilla, vio la canastilla entre los juncos y envió a una criada para que se la trajera. La abrió y encontró en ella un niño que lloraba. Se compadeció de él y exclamó: “Es un niño hebreo”. El niño creció y (la madre) se lo llevó entonces a la hija del faraón, que lo adoptó como hijo y lo llamó Moisés, que significa: “De las aguas lo he sacado”. (Exodo 2:1-15)
La historia de Moisés en la espadaña es el comienzo de la gran historia de salvación y liberación. Y como todas esas historias, el comienzo puede ser muy simple pero universal, una madre que intenta proteger a su hijo, que trata de darle a su hijo un mañana mejor.

- :
El que recibe a un profeta por ser profeta, recibirá recompensa de profeta; el que recibe a un justo por ser justo, recibirá recompensa de justo. (Mt 10:34-11:1)
Uno de mis directores espirituales favoritos fue el padre Joe McCloskey, S.J. (1932-2016). Él siempre enseñó el atajo a la santidad: al reconocer los dones de los demás, ¡podemos reclamar su recompensa! En un mundo en el que necesitamos todos los atajos que podamos conseguir, ¡no es una mala forma de vivir!

- :
Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en él
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.
Él nos eligió en Cristo, antes de crear el mundo,
para que fuéramos santos
e irreprochables a sus ojos, por el amor. (Efe 1:3-14)
Elegido y bendecido por el amor. . . eso es lo que somos. Quizás eso es lo que se quiere decir con "bendición original". A veces olvidamos que antes de que hubiera una historia de pecado en el mundo, había una historia de gracia. Y la gracia de Dios que nos elige y nos bendice nos eleva en un amor que nunca se acaba.

- :
¿No es verdad que se venden dos pajarillos por una moneda? Sin embargo, ni uno solo de ellos cae por tierra si no lo permite el Padre. En cuanto a ustedes, hasta los cabellos de su cabeza están contados. Por lo tanto, no tengan miedo, porque ustedes valen mucho más que todos los pájaros del mundo. (Mt 10:24-33)
Como dice la vieja canción, "Su ojo está en el gorrión, y sé que cuida de mí".