Estas reflexiones salen de más que 40 años de ministerio como sacerdote católico. Pasé la mayoría de estos años en la Diócesis de Charlotte que está situada en Carolina del Norte occidental de los Estados Unidos. Ahora, estoy jubilado, y vivo en Medellín, Colombia, y sigo sirviendo como sacerdote en la Arquidiócesis de Medellín.

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Ya no son ustedes extranjeros ni advenedizos; son conciudadanos de los santos y pertenecen a la familia de Dios, porque han sido edificados sobre el cimiento de los apóstoles y de los profetas, siendo Cristo Jesús la piedra angular. (Efe 2:19-22)
Recuerdo ese viejo y maravilloso himno: ¡Qué Firmes Cimientos! Nuestros cimientos firmes son la fe de los apóstoles, la fe de Pedro y Pablo, la fe de Tomás.

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En aquel tiempo, Jesús vio a un hombre llamado Mateo, sentado a su mesa de recaudador de impuestos, y le dijo: “Sígueme”. Él se levantó y lo siguió.
Después, cuando estaba a la mesa en casa de Mateo, muchos publicanos y pecadores se sentaron también a comer con Jesús y sus discípulos. Viendo esto, los fariseos preguntaron a los discípulos: “¿Por qué su Maestro come con publicanos y pecadores?” Jesús los oyó y les dijo: “No son los sanos los que necesitan de médico, sino los enfermos. Vayan, pues, y aprendan lo que significa: Yo quiero misericordia y no sacrificios. Yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores”. (Mt 9:9-13)
La Llamada de Mateo nos recuerda la enseñanza del Papa Francisco: la Eucaristía no es la recompensa de los santos, sino el Pan de los pecadores.

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Dios le puso una prueba a Abraham.
(Gén 22:1b-19)
La prueba de Abraham es uno de los grandes desafíos de las Escrituras. Quizás el Pregón de la Vigilia Pascual pueda ayudarnos a comprender este difícil pasaje:
¡Qué asombroso beneficio de tu amor por nosotros!
¡Qué incomparable ternura y caridad!
¡Para rescatar al esclavo, entregaste al Hijo!

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Salmo Responsorial (Salmo 33)
R. El Señor escucha el clamor de los pobres.
El Señor escucha el clamor de los pobres
y los libra de todos sus angustias.
Junto a aquellos que temen al Señor
el ángel del Señor acampa y los protege.
R. El Señor escucha el clamor de los pobres.
El Señor escucha el clamor de los pobres. . . pero surge la pregunta, ¿escucharemos nosotros su grito? Los primeros mártires de la iglesia romana celebra a todos los que murieron junto con Pedro y Pablo en las primeras persecuciones.

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Ha llegado para mí la hora del sacrificio y se acerca el momento de mi partida. He luchado bien en el combate, he corrido hasta la meta, he perseverado en la fe. Ahora sólo espero la corona merecida, con la que el Señor, justo juez, me premiará en aquel día, y no solamente a mí, sino a todos aquellos que esperan con amor su glorioso advenimiento. (2 Tim 4:6-8,17-18)
El martirio de los santos Pedro y Pablo significó que la Iglesia en Roma podría reclamar a los dos más grandes apóstoles en su corona de justicia. Ambos apóstoles trabajaron cada uno a su manera para llevar el evangelio al mundo. Y como testifican las Escrituras, ambos podrían decir: “He luchado bien en el combate, he corrido hasta la meta, he perseverado en la fe”.