Estas reflexiones salen de más que 40 años de ministerio como sacerdote católico. Pasé la mayoría de estos años en la Diócesis de Charlotte que está situada en Carolina del Norte occidental de los Estados Unidos. Ahora, estoy jubilado, y vivo en Medellín, Colombia, y sigo sirviendo como sacerdote en la Arquidiócesis de Medellín.

- :
En aquel tiempo, los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos le enviaron a Jesús unos fariseos y unos partidarios de Herodes, para hacerle una pregunta capciosa. Se acercaron, pues, a él y le dijeron: “Maestro, sabemos que eres sincero y que no te importa lo que diga la gente, porque no tratas de adular a los hombres, sino que enseñas con toda verdad el camino de Dios. ¿Está permitido o no, pagarle el tributo al César? ¿Se lo damos o no se lo damos?” Jesús, notando su hipocresía, les dijo: “¿Por qué me ponen una trampa? Tráiganme una moneda para que yo la vea”. Se la trajeron y él les preguntó: “¿De quién es la imagen y el nombre que lleva escrito?” Le contestaron: “Del César”. Entonces les respondió Jesús: “Den al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios”. Y los dejó admirados. (Mc 12:13-17)
Todos los dictadores del mundo tienen este pasaje grabado en su corazón: “Den al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios”. Dos mundos, mundo civil, mundo religioso, el Estado y Dios. Pero, Jesús no dijo esto. La pregunta central es: ¿”Qué hay que no pertenece a Dios”? Esto es el punto de Jesús . . . todo pertenece a Dios. Jesús pone trampa a los tramposos. Además, el denario (la moneda) era blasfemia porque tenía la imagen del “César Divino”. Para ganar el denario hay que jugar con los Romanos. Los tramposos eran traidores.

- :
Después de la ascensión de Jesús, ellos regresaron a Jerusalén desde el monte llamado de los Olivos, situado aproximadamente a un kilómetro de la ciudad. Cuando llegaron, subieron al lugar donde se alojaban. Estaban allí Pedro, Juan, Jacobo, Andrés, Felipe, Tomás, Bartolomé, Mateo, Jacobo hijo de Alfeo, Simón el Zelote y Judas hijo de Jacobo. Todos, en un mismo espíritu, se dedicaban a la oración, junto con las mujeres y con los hermanos de Jesús y su madre María. (Hechos 1:12-14)
Todavía nos reunimos con Pedro y los otros, juntos con la Madre de Jesús, María.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, los pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén

- :
Después de decir esto, Jesús sopló sobre ellos y les dijo: "Reciban el Espíritu Santo. A los que les perdonen los pecados, les quedarán perdonados; y a los que no se los perdonen, les quedarán sin perdonar". (Jn 20:22-23)
Se dice que el Pentecostés es el cumpleaños de la iglesia—en un sentido lo es, pero Pentecostés es mucho más. El Don del Espíritu Santo, el aliento del Señor Resucitado, es un FUEGO que transforma un pequeño grupo de discípulos aterrados en apóstoles (los que están enviados).
Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor.

- :
En aquel tiempo, Jesús dijo a Pedro: “Sígueme”. Pedro, volviendo la cara, vio que iba detrás de ellos el discípulo a quien Jesús amaba, el mismo que en la cena se había reclinado sobre su pecho y le había preguntado: ‘Señor, ¿quién es el que te va a traicionar?’ Al verlo, Pedro le dijo a Jesús: “Señor, ¿qué va a pasar con éste?” Jesús le respondió: “Si yo quiero que éste permanezca vivo hasta que yo vuelva, ¿a ti qué? Tú, sígueme”. Por eso comenzó a correr entre los hermanos el rumor de que ese discípulo no habría de morir. Pero Jesús no dijo que no moriría, sino: ‘Si yo quiero que permanezca vivo hasta que yo vuelva, ¿a ti qué?’ Éste es el discípulo que atestigua estas cosas y las ha puesto por escrito, y estamos ciertos de que su testimonio es verdadero. Muchas otras cosas hizo Jesús y creo que, si se relataran una por una, no cabrían en todo el mundo los libros que se escribieran. (Jn 21:20-25)
Por fin, con esta segunda conclusión, se termina el Cuarto Evangelio (según San Juan). Y tenemos la pregunta de Pedro acerca del Discípulo Amado. La respuesta del Señor es abrupto: “¿a tí qué?” Pero lo interesante es los rumores que el Discípulo Amado no se iba a morir. Mi profesor pensaba que Lázaro era el Discípulo Amado . . . y desde que Lázaro fue resucitado por el Señor, los rumores ya tienen sentido. Pues, el escritor dice que el Discípulo Amado escribió estas cosas, pero ya ha sido muerto. Conjeturas sobre el destino del Discípulo Amado no sirven para nada . . . “¿a tí qué?” Lo que recibimos es el mismo mandato que Pedro recibió: “Tú, sígueme”. Y el seguimiento de Jesús es nuestro llamado que somos la iglesia.
Hoy es la fiesta de Santa Juana de Arco que fue quemada en la hoguera el 30 de mayo de 1431. Tenía 19 años. Su última palabra: ¡“Jesús”!

- :
Por tercera vez Jesús le preguntó: “Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?” Pedro se entristeció de que Jesús le hubiera preguntado por tercera vez si lo quería, y le contestó: “Señor, tú lo sabes todo; tú bien sabes que te quiero”. Jesús le dijo: “Apacienta mis ovejas. Yo te aseguro: cuando eras joven, tú mismo te ceñías la ropa e ibas a donde querías; pero cuando seas viejo, extenderás los brazos y otro te ceñirá y te llevará a donde no quieras”. Esto se lo dijo para indicarle con qué género de muerte habría de glorificar a Dios. Después le dijo: “Sígueme’’. (Jn 21:17-19)
Las tres negaciones de Simón Pedro ya están negadas en esta escena de la restauración de Pedro. Este capítulo es un apéndice al Cuarto Evangelio (según San Juan). Se restauró Pedro al ministerio pastoral. Y con mensaje fuerte: “Sígueme”.