Estas reflexiones salen de más que 40 años de ministerio como sacerdote católico. Pasé la mayoría de estos años en la Diócesis de Charlotte que está situada en Carolina del Norte occidental de los Estados Unidos. Ahora, estoy jubilado, y vivo en Medellín, Colombia, y sigo sirviendo como sacerdote en la Arquidiócesis de Medellín.

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Jesús les respondió: “Ha llegado la hora de que el Hijo del hombre sea glorificado. Yo les aseguro que si el grano de trigo, sembrado en la tierra, no muere, queda infecundo; pero si muere, producirá mucho fruto . . . Cuando yo sea levantado de la tierra, atraeré a todos hacia mí”. Dijo esto, indicando de qué manera habría de morir. (Jn 12:20-33)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/031724-YearB.cfm
Ha llegado la hora de ser glorificado, de morir, de ser elevado. Al entrar en esta última parte de la Cuaresma, la Cruz se nos hace cada vez más presente. El Misterio Pascual, morir y resucitar con Cristo, es el centro de nuestra fe, que celebramos en la Eucaristía. Es la esencia de los Sacramentos. Es el modelo de nuestra vida.

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Algunos de los que habían escuchado a Jesús comenzaron a decir: "Éste es verdaderamente el profeta". Otros afirmaban: "Éste es el Mesías". Otros, en cambio, decían: "¿Acaso el Mesías va a venir de Galilea? ¿No dice la Escritura que el Mesías vendrá de la familia de David, y de Belén, el pueblo de David?" Así surgió entre la gente una división por causa de Jesús. (Jn 7:40-53)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/031624cfm
El Cuarto Evangelio no se interesa por Belén ni por rastrear la descendencia de David a través de todas las generaciones, sino que aborda la cuestión de la procedencia de Jesús declarando que Jesús viene de Dios (Jn 1:1). Y a los que creen en su nombre, les ha dado el "poder llegar a ser hijos de Dios" (Jn 1:12). Lo esencial, según el Cuarto Evangelio, es nacer "de lo alto” (Jn 3,3). Y la Madre de Jesús nos dice: “Hagan lo que él les diga” (Jn 2:5).

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Trataron entonces de capturarlo, pero nadie le pudo echar mano, porque todavía no había llegado su hora. (Jn 7:1-2, 10, 25-30)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/031524.cfm
¿Cuál es esa "hora" de la que habla el Evangelio? Es la hora de su glorificación... la hora de su Pasión, cuando es elevado en la Cruz y se revela el maravilloso amor de Dios.

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“Acuérdate de Abraham, de Isaac y de Jacob, siervos tuyos, a quienes juraste por ti mismo, diciendo: 'Multiplicaré su descendencia como las estrellas del cielo’.” (Ex 32:7-14)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/031424.cfm
Esta escena tiene algo de humor: Moisés tiene que recordar a Dios las promesas hechas a los patriarcas, Abraham, Isaac y Jacob. Dios recuerda y renuncia al castigo. Tal vez, nosotros también debemos recordar.

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Sión había dicho: 'El Señor me ha abandonado, el Señor me tiene en el olvido'. ¿Puede acaso una madre olvidarse de su creatura hasta dejar de enternecerse por el hijo de sus entrañas? Aunque hubiera una madre que se olvidara, yo nunca me olvidaré de ti", dice el Señor todopoderoso. (Is 49:8-15)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/031324.cfm
A veces pasamos por alto algunas de las imágenes más radicales de Dios que nos ofrecen las Escrituras. La imagen de hoy de Dios como madre tierna y lactante es un buen ejemplo. La gente quería matar a Jesús porque, como dice el evangelio de hoy: "llamaba Padre suyo a Dios, igualándose así con Dios". ¡Imagínense lo que habría pasado si Jesús hubiera llamado a Dios su propio padre Y madre!