Estas reflexiones salen de más que 40 años de ministerio como sacerdote católico. Pasé la mayoría de estos años en la Diócesis de Charlotte que está situada en Carolina del Norte occidental de los Estados Unidos. Ahora, estoy jubilado, y vivo en Medellín, Colombia, y sigo sirviendo como sacerdote en la Arquidiócesis de Medellín.

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‘Te felicito, siervo bueno y fiel. Entra a tomar parte en la alegría de tu señor’.
(Mt 25:23)
En la Parábola de los Talentos es muy importante recordar que un talento en la Biblia es DINERO, no habilidad. Y no poco dinero . . . pero mucho, como un millón de dólares. Entonces, ningún amo entrega un millón, o do millones, o cinco millones a los esclavos . . . eso no se pasa. Nadie en este mundo entregaría tanto dinero a los siervos . . . pero, quizá, sólo quizá Dios lo haría.

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En aquel tiempo, para enseñar a sus discípulos la necesidad de orar siempre y sin desfallecer, Jesús les propuso esta parábola:
“En cierta ciudad había un juez que no temía a Dios ni respetaba a los hombres. Vivía en aquella misma ciudad una viuda que acudía a él con frecuencia para decirle: ‘Hazme justicia contra mi adversario’.
Por mucho tiempo, el juez no le hizo caso, pero después se dijo: ‘Aunque no temo a Dios ni respeto a los hombres, sin embargo, por la insistencia de esta viuda, voy a hacerle justicia para que no me siga molestando’”.
(Lc 18:1-5)
¿Qué está pasando en esta parábola? La figura del juez injusto que tiene miedo de una viuda ya es símbolo de Dios? ¡Qué interesante parábola!

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Les ruego, pues, hermanos, que nos amemos los unos a los otros. No se trata de un mandamiento nuevo, sino del mismo que tenemos desde el principio.
(2 Jn 1:5)
Que nos amemos los unos a los otros . . . esta oración se repite mucho en las homilías. Pero es necesario repetirlo. Es el problema de la comunidad cristiana . . . hay que fortalecer una comunidad siempre. Nuestra profesora del seminario dijo que la comunidad es pasajera como la vieja canción de Paul Simon, Slip Slidin’ Away: ‘You know the nearer your destination/The more you're slip slidin' away’ (La más cerca el destino/la más tarde la llegada). Hoy es la fiesta de la Madre Cabrini, una italiana, que emigró a los Estados Unidos, fundó una comunidad religiosa para cuidar de los inmigrantes, se hizo ciudadana, y fue la primera santa de los Estados Unidos.

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Tal vez Onésimo fue apartado de ti por un breve tiempo, a fin de que lo recuperaras para siempre, pero ya no como esclavo, sino como algo mejor que un esclavo, como hermano amadísimo. El ya lo es para mí. ¡Cuánto más habrá de serlo para ti, no sólo por su calidad de hombre, sino de hermano en Cristo! Por lo tanto, si me consideras como compañero tuyo, recíbelo como a mí mismo. Y si en algo te perjudicó o algo te debe, ponlo a mi cuenta. Yo, Pablo, te lo pagaré, y esto lo firmo de mi puño y letra. Y eso para no mencionar que tienes una deuda conmigo, que eres tú mismo. Sí, hermano, hazme este favor por nuestra unión con el Señor, para que confortes mi corazón en Cristo.
(Flm 15-20)
Pobre Onésimo . . . regresado al amo Filemón que tiene poder de ejecutar a su esclavo fugitivo. Pues, San Pablo preparó el camino con palabras doradas: “recíbelo como a mí mismo”. Hoy es la fiesta de San Josafat, obispo y mártir de la Iglesia greco-católica ucraniana. Su tumba está en la Basílica de San Pedro en Roma.
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CRISTO REY 2019
(2 Sam 5:1-3; Col 1:12-20; Lc 23:35-43)
¡Qué importante son los recuerdos! Recuerdos de casa, recuerdos de fiestas ya pasadas, recuerdos de comidas especiales y platos favoritos, recuerdos de nuestros seres queridos difuntos. Se dice que cuando nos dejamos de recordar, nos olvidamos, nos olvidamos de quienes somos. Porque los recuerdos nos hacen la gente que somos: recuerdos de amor, recuerdos de pérdidas, poderosos recuerdos que nos unen con nuestras raíces. Los recuerdos son importantes. Son la base de nuestra vida.
Aunque los recuerdos humanos se pueden desvanecer por la vejez . . . Dios no tiene ese problema. Dios siempre se acuerda de nosotros. Su memoria sigue. Nosotros podemos olvidar . . . pero Dios no. Siempre se acuerda de nosotros con amor. Cuando el ladrón crucificado grita al Señor:
Jesús, acuérdate de mí, cuando vengas a tu reino.
Jesús le contesta inmediatamente: Hoy estarás conmigo, estarás conmigo en el paraíso. Lo que celebramos en esta fiesta de Cristo Rey es que en el reino, Jesús se acordará de nosotros. Por supuesto, a veces, creemos que Dios se olvida de nosotros . . . pero Dios no lo hace. A veces tenemos tanta vergüenza que esperamos que Dios sí se ha olvidado de nosotros . . . pero Dios no lo hace. Los brazos del Señor quedan abiertos para recibirnos. Por el profeta Dios nos promete:
Pero ¿acaso una madre olvida
a su propio hijo?
Pues aunque ella lo olvide,
yo no te olvidaré.
El Señor nos hizo, somos hechura de sus manos. Dios no puede olvidarnos. Eso es imposible. Porque el Señor se entregó a si mismo para nuestra salvación. Si el Señor se acuerda del ladrón de la cruz, se acordará de nosotros con amor. No importa lo que hemos hecho. Siempre se acordará de nosotros. Nos lleva siempre en su corazón. Y su memoria no desvanece.
Por eso, no tenemos miedo . . . pase lo que pase. Vivimos siempre en el corazón de Dios, en su memoria. Nunca nos olvidará. Siempre se acuerda de nosotros con amor. Y cuando lleguemos al final de la vida y no tenemos más esperanzas, el ladrón de la cruz nos da ánimo . . . y podemos gritar con él:
Jesús, acuérdate de mí, cuando vengas a tu reino.
Y Jesús lo hará. Y también vamos a escuchar las palabras de cariño y amor:
Hoy estarás conmigo, estarás conmigo,
en el paraíso.
No seremos olvidados . . . estaremos con, Jesús, el verdadero Rey del Universo.