Estas reflexiones salen de más que 40 años de ministerio como sacerdote católico. Pasé la mayoría de estos años en la Diócesis de Charlotte que está situada en Carolina del Norte occidental de los Estados Unidos. Ahora, estoy jubilado, y vivo en Medellín, Colombia, y sigo sirviendo como sacerdote en la Arquidiócesis de Medellín.

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Salmo Responsorial (Salmo 117)
R. Bendito el que viene en nombre del Señor.
Te damos gracias, Señor, porque eres bueno, porque tu misericordia es eterna.
R. Bendito el que viene en nombre del Señor.
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/120122.cfm
La misericordia del Señor es para siempre, la bondad humana no tanto. Hay quienes quisieran excluir de la comunidad cristiana a los que consideran “indignos”. Pero el juicio no nos está confiado a nosotros, sino que Aquel cuya venida esperamos pesa las mentes y los corazones y “humilla a los que habitan en la altura”. Hoy recordamos a todos aquellos que viven con VIH y SIDA, y especialmente recordamos a aquellos que hemos perdido.

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Una vez que Jesús caminaba por la ribera del mar de Galilea, vio a dos hermanos, Simón, llamado después Pedro, y Andrés, los cuales estaban echando las redes al mar, porque eran pescadores. Jesús les dijo: “Síganme y los haré pescadores de hombres”. Ellos inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Pasando más adelante, vio a otros dos hermanos, Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que estaban con su padre en la barca, remendando las redes, y los llamó también. Ellos, dejando enseguida la barca y a su padre, lo siguieron. (Mt 4:18-22)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/113022.cfm
Andrés, junto con Pedro, Santiago y Juan, lo dejaron todo para seguir a Jesús. La llamada de los primeros discípulos se convierte en modelo para todos nosotros. Que el Adviento nos ayude a escuchar la llamada del Señor y a responder con la misma fe que tuvieron Andrés y los demás.

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Volviéndose a sus discípulos, les dijo aparte: “Dichosos los ojos que ven lo que ustedes ven. Porque yo les digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que ustedes ven y no lo vieron, y oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron”. (Lc 10:21-24)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/112922.cfm
Las lecturas de hoy están llenas de anhelo y profundo deseo por el reino de paz donde no habrá daño ni ruina, sino que “la justicia florecerá en su tiempo y la plenitud de la paz para siempre”. El Adviento se enfrenta a ese anhelo y proclama en voz baja que la venida del Señor satisface las más profundas hambres de la familia humana.

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Aquel día creará el Señor, sobre todo lugar del monte Sión y sobre la asamblea, nube y humo de día, y fuego llameante de noche. Y por encima, la gloria del Señor será toldo y tienda contra el calor del día, abrigo y resguardo contra el temporal y la lluvia. (Is 4:2-6)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/112822.cfm
Una nube de día, una columna de fuego de noche, recuerda la presencia de Dios que guía al pueblo durante su huida de Egipto. “Aquel día” es una referencia al “día grande y terrible del Señor”. Pero en vez de provocar “miedo y temblor” la venida de la gloria del SEÑOR, su presencia entre nosotros, será “toldo y tienda, abrigo y resguardo”. El mensaje de Adviento es un mensaje de esperanza. El Adviento no proclama “miedo y temblor”, sino “refugio y protección”

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En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: Velen, pues, y estén preparados, porque no saben qué día va a venir su Señor. Tengan por cierto que si un padre de familia supiera a qué hora va a venir el ladrón, estaría vigilando y no dejaría que se le metiera por un boquete en su casa. También ustedes estén preparados, porque a la hora que menos lo piensen, vendrá el Hijo del hombre”. (Mt 27:37-44)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/112722.cfm
Adviento significa la “venida”. Su enfoque original es la Segunda Venida del Señor, por lo que el Señor nos recuerda que debemos “mantenernos despiertos” y “estar preparados, porque a la hora que no piensan, vendrá el Hijo del Hombre”. Hoy en día, en el mundo comercial, el Adviento se ha convertido simplemente en la temporada de compras navideñas. En la iglesia, todavía escuchamos las antiguas profecías y el anhelo por la venida del Salvador y seguimos rezando: ¡Ven, Señor Jesús, ven, no tardes en llegar!